12 julio 2016

HA PASADO MEDIA VIDA, PERO NO OLVIDAMOS

Era un jueves de julio de 1997 sobre las 3 de la tarde y hacía mucho calor.

Miguel Ángel Blanco Garrido era economista, tenía de 29 años y aquel día, como acostumbraba desde hacía unos meses, iba a Éibar a trabajar después de haber comido en casa con sus padres.

Miguel Ángel era concejal en su pueblo y miembro de Nuevas Generaciones del PP de Vizcaya. Asumió esa responsabilidad como un deber moral de mejorar su entorno y la calidad de vida de sus vecinos.

Hace ya diecinueve años y dos días desde que Irantzu Gallastegui abordó en la estación de tren de Ermua a Miguel Ángel Blanco Garrido.

Gallastegui le llevó, engañado probablemente, hasta un coche en el que esperaban Francisco Javier García Gaztelu (alias Txapote) y José Luis Geresta Mujica, (alias Oker). Lo metieron en el coche y se lo llevaron.
Txapote y Amaia
Foto de EFE- Etarras
Francisco Javier García Gaztelu 
Irantzu Gallastegui

Un par de horas más tarde, con una llamada al diario pro etarra Egin, los terroristas de ETA confirmaron el secuestro de Miguel Ángel Blanco Garrido. A cambio de su vida, ETA pidió la vuelta de todos los presos de su banda de asesinos antes de las 16:00 horas del sábado 12 de julio. Era sólo una excusa para cometer la atrocidad que nunca olvidaremosEra un asesinato anunciado que España entera vivió a cámara lenta. 

El chantaje era humillante, indignante, profundamente triste y Miguel Ángel éramos cada uno de nosotros, cada español, cada vecino, incluso cada político. Estábamos heridos. Una gran mayoría nacionalista clamó en las calles junto al resto del pueblo español en contra de la barbarie. Yo doy fe. Estábamos todos. Todos, menos los que apoyan el terrorismo. 


El PNV y sus intereses hegemónicos se vieron arrollados por la marea de vascos en las calles que clamaban por la liberación de Miguel Ángel. El lehendakari Ardanza no tuvo más remedio que convocar la mesa de Ajuria Enea, a solicitud del PP de Iturgaiz que obtuvo el apoyo de los demás partidos. 


Los jeltzales estaban muy nerviosos y veían peligrar su acomodada posición en el poder porque la ciudadanía había "despertado". Xabier Arzalluz, (presidente del PNV en aquel tiempo), demostró su podredumbre moral cuando, tras negar en público el saludo a Carlos Iturgaiz, (el entonces presidente del PP Vasco), más tarde en privado le dijo: "Mira, Iturgaiz, ahora estamos todos juntos montados en la ola, pero cuando ésta baje, cada uno nos iremos por nuestro camino y nosotros ya sabemos lo que tenemos que hacer». Un año después, el PNV firmó el pacto de Estella con Batasuna- ETA. 


Mientras Arzalluz y el lehendakari Ardanza estaban urdiendo miserables estrategias, en la calle los militantes de base del PNV lloraban de rabia como el resto de los ciudadanos, porque también son humanos y porque, para esta atrocidad, no se les había adoctrinado. Recuerdo a un vecino del Batzoki del barrio bilbaíno de Deusto que, mientras se secaba las lágrimas con un pañuelo blanco de algodón arrugado portando "txapela a medio lao", nos decía apoyado en la barandilla de la ría frente al Ayuntamiento de Bilbao: "¡no puede ser esta barbaridad que están haciendo! ¡Se han "equivocado"!".


En esas 48 horas vi escenas que no olvidaré. Había gente que lloraba discretamente apoyada en un semáforo con los cascos puestos, imagino que oyendo la última hora el viernes por la mañana. Niños demasiado pequeños para las expresiones dolor que había en sus rostros, que custodiaban velas encendidas en la escalinata del Ayuntamiento de Bilbao ese atardecer. Creo que temían que se pudieran apagar sus velas.

El silencio en establecimientos, autobuses y lugares públicos era abrumador, innatural. Las concentraciones de millones de personas fueron silenciosas y angustiosas. Estaban secuestrando a un tipo joven, a un buen hijo, a un joven trabajador amigo de sus amigos y a un representante del pueblo. Habían secuestrado nuestra elección y nuestra democracia.
FOTO EL CORREO


El Ministro del Interior Jaime Mayor Oreja fue el encargado de comparecer en nombre del Gobierno de Aznar. Fue cauto pero firme al dejar clara la posición de no cesión al chantaje. Y perseverante. Tanto que años más tarde, en 2004, consiguió tener a ETA contra las cuerdas, aislada política y socialmente, derrotada policialmente y agotada en sus esperanzas de logros políticos.


Para garantizar un Estado fuerte y una sociedad libre pagamos un precio muy elevado hace hoy 19 años: A las 16:00 horas del 12 de julio de 1997, Francisco Javier García Gaztelu le pegó dos tiros en la cabeza a Miguel Ángel. Lo llevó a un monte cercano a Lasarte y mientras José Luis Geresta Mujica le sujetaba, allí le disparó: por la espalda, maniatado, tumbado boca abajo y habiendo cubierto su cabeza.

Lo encontraron agonizando unos cazadores. Falleció en el hospital Nuestra Señora de Aránzazu hacia las tres de la madrugada del sábado 13 de julio.

Al conocer la noticia por los medios de comunicación, paraban coches en la carretera y los conductores rompían a llorar, las manos a la cabeza y las expresiones de horror y tristeza desbordaban las calles de Bilbao y Ermua. Personas anónimas se miraban horrorizadas. Por instinto nos unimos en mareas humanas que, ahora sí, gritaba: "¡asesinos!".

España lloraba mientras, una interminable muchedumbre, desfilaba por la capilla ardiente instalada en el salón de plenos del Ayuntamiento de Ermua. Todos queríamos despedirnos, mostrar nuestro respeto a él y a los suyos, y rezar una oración por Miguel Ángel.

Su familia fue un ejemplo de dignidad y valentía durante y después del terrible secuestro y asesinato. Se ganaron la admiración del todo un país. 

Surgió el Espíritu de Ermua con la movilización de millones de españoles. La sociedad civil tomó las calles pacíficamente para posicionarse contra el terrorismo y para la libertad.

Cientos de vascos dimos un paso adelante por la libertad y contra ETA, y tomamos el testigo de Miguel Ángel Blanco. Nos involucramos personalmente en la lucha por la libertad. Cada uno usó la herramienta que consideró más oportuna: organizaciones cívicas, partidos políticos y otras. Asumimos responsabilidades y nos plantamos frente a los totalitarios. Fueron años muy duros, eramos jóvenes y resistíamos todo.


Nueve años después, el 30 de junio de 2006 los asesinos Francisco Javier García Gaztelu e Irantzu Gallastegui, (alias Amaia y Txapote), fueron condenados por la Sección Primera de lo Penal de la Audiencia Nacional a la pena máxima de prisión, por la “extrema gravedad” de los hechos y su actitud de "absoluta indiferencia y desprecio" sin el menor signo de compasión o arrepentimiento.

La voz de Galicia.-
Cómplice 

Ibón Muñoa Ariznabarreta
La sentencia decía también: "Resulta difícil pensar en una muerte más alevosa que la ocasionada a una víctima que, tras más de 24 horas de doloroso cautiverio, se encuentra de espaldas, sujeta por uno de los miembros del comando, con las manos atadas, y a la que inopinadamente se le propinan dos disparos de arma de fuego en la cabeza.

Ibón Muñoa Ariznabarreta, ex-concejal de HB en Éibar, confirmo haber cedido a los etarras su coche para huir y su casa en la costa guipuzcoana para refugio. También facilitó información sobre el concejal para su secuestro. En 2003 Muñoa fue condenado a 33 años como cómplice.

Javier Arizkuren, (alias Kantauri)
FOTO DE EFE- ETARRA
Javier Arizkuren 
(alias Kantauri)
El jefe de ETA en aquel tiempo, Javier Arizkuren, (alias Kantauri), fue quien ordenó secuestrar y matar en 48 horas a un concejal del PP.

En una carta manuscrita que el etarra Kantauri envió a Txapote, decía: "Es muy importante el darles a los políticos del PP. Deciros que cualquier político del PP es objetivo, repetiros lo importante de estas acciones. Otra cosa, poner toda la fuerza posible en levantar un concejal del PP dando un ultimátum de días para que los presos estén en Euskadi. En relación a este tema (secuestro) hacerlo lo antes posible...".

Este etarra también ordenó asesinar al concejal del PP de Sevilla Alberto Jiménez Becerril y a su esposa el 30 de enero de 1998. También está imputado en el sumario por el asesinato el 23 de enero de 1995 del que iba a ser el alcalde de San Sebastián días después, Gregorio Ordóñez Fenollar.



Hoy es 12 de julio de 2016. Ha pasado media vida, pero no olvidamos.


POLÍTICA DE RUBALCABAETA no mata desde octubre de 2011, fruto de más de una década de negociaciones políticas vergonzosas entre los asesinos y el PSOE de Rubalcaba y Eguiguren, pero también, gracias a un excelente trabajo de Policía, Guardia Civil y los servicios de inteligencia. 

Es una pena que, desde 2004, los políticos no hayan estado a la altura de los profesionales que día a día luchan contra el terrorismo, porque hoy, podríamos leer la historia real, que es la de asesinos que mataban a inocentes para imponer un régimen político surgido del odio ideológico.


En 2006, Rubalcaba era de Ministro de Interior y ya estaba en marcha su nueva estrategia de negociación con ETA. Ese año Jaime Mayor dijo: "La fortaleza de los verdugos es el resultado de una política de rendición que busca entregar la democracia a sus enemigos y fundar un nuevo régimen sobre los escombros de la soberanía de los españoles".


Esto es realmente lo que está pasando, pero nos venden la gran mentira del "fin de ETA".

El pasado 28 de junio de 2016, en el acto de homenaje a las víctimas del terrorismo celebrado en el Congreso, la hermana de Miguel Ángel Blanco y Presidenta de la Fundación de Víctimas, Marimar Blanco, dejaba en evidencia una de las grandes cesiones a los verdugos: "Asistimos con consternación al lamentable espectáculo de ver como desde determinados sectores se abren a miembros de ETA las puertas de las instituciones que nos representan a todos". 

Tiene mucha razón. Esta presencia de proetarras en las instituciones que quieren destruir, es parte de la política de cesión que fortalece a los verdugos.

Siendo impecable la declaración de Marimar Blanco, sorprende ver su incondicional apoyo público a los responsables políticos que, precisamente, dieron entrada a los etarras a las instituciones e iniciaron la senda del blanqueo de los asesinos, de nuevo, fortaleciéndolos, ministros que no han promovido la ilegalización de las organizaciones políticas que se jactan de haber exterminado a su rival ideológico, o ministros que deciden conceder el tercer grado a etarras sanguinarios como De Juana Chaos o Bolinaga.

Otras evidencias de esta farsa ha sido ver publicado cómo algunos políticos vascos fuerzan sonrisas y abrazos con los asesinos de sus compañeros. Creo que es una actitud que humilla a todos los que fueron asesinados por España y por nuestra libertad. 

Esta farsa de la foto y el verbo fácil iniciada por Rubalcaba no acaba con el terrorismo y el miedo. Sólo lo encapsula y lo esconde, como hizo Txapote con la carita de Miguel Ángel. No quiso ver.

A cambio del  anuncio de cese de “actividad armada”, la banda ha conseguido mucho. No ha necesitado desmantelarse, entregar las armas, condenar los asesinatos cometidos, no han colaborado para esclarecer los crímenes pendientes y no se arrepienten de su historia pasada, que algunos ya han empezado a “blanquear”. 

Hoy su brazo político es fuerte y obtiene importantes cantidades de dinero proveniente de los impuestos de todos los españoles: tiene 896 concejales en Euskadi, 297 en Navarra, 39 junteros en las Diputaciones vascas, 8 diputados en el parlamento navarro, 21 en el parlamento vasco y 2 diputados nacionales. Además gobierna instituciones importantes como la Comunidad Foral de Navarra, el Ayuntamiento de Pamplona, y muchas otras.

Todos los logros de los asesinos y su brazo político son parte de aquella negociación, y de esta farsa. 

A los ciudadanos nos queda recordar lo que de verdad vivimos, y contarlo tal y cómo fue. Tal vez logremos que las futuras generaciones sepan la verdad. 

No dejéis de visitar la página de la fundación Miguel Ángel Blanco para conocer mejor al héroe que hace 19 años se convirtió en el símbolo de la libertad. 

http://www.fmiguelangelblanco.es/miguel-angel-blanco/su-vida/